sábado, septiembre 13, 2008

Libro de viajes IV

Un violinista
con una hoja seca pegada
en la espalda
toca en la terraza
del bar azul
para una pareja de borrachos
recién llegados.
Ni el violinista toca bien
ni los borrachos han bebido
aún lo suficiente.
Una trucha les saluda
desde el mercado.
¡Hola amigos! ¡Si tengo suerte,
esta noche seré
vuestra cena!
El violinista desaparece
como por arte de nostalgia.


Es imposible llenar
tantas cafeterías de turistas
Neocelandeses!
Si admitiesen al menos
a los de la costa oeste…


Hubo un rey en Portugal
que llevó al reino a la
ruina
Por su pasión por la
Ópera
y su amor a la Gingina.
¿Tendrá que ver
una cosa con la otra?

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