jueves, agosto 08, 2013

CAROLAIN CHINESSE


CAROLAIN CHINESSE


A mí me gustaban mucho las películas chinas y también las japonesas. No las distinguía pero sabía que había de peleas y de pensar mucho. El cine de verano estaba lleno a rebosar. Me topé con un viejo amigo de la infancia que me robó tres peniques en el recreo un día de julio en Massachusetts, condado de Ohio. Le dije que si se acordaba del suceso, pero se hizo el longui. Me habló de su vida y me perdí media película.
Tuve que bajármela de manera pirata en mi portátil para verla con subtítulos, pero no había ninguna página web que me dejara gratis los subtítulos. Muy enojado por este hecho tuve que sacarme el carnet de la biblioteca municipal para sacarla en préstamo, pero Linda Evans, la bibliotecaria comunista me dijo que esa película la tenía una tal Carolain desde hacía más de 5 meses y un centímetro.

En un descuido de Linda Evans conseguí hacerme con los archivos y apunté su dirección. Me dirigí hacia la calle 53, piso tercero de la planta baja y llamé a la puerta. RRRing RRRing. Nadie contestaba. RRRRing RRRRing. ¿What is this?

Una vocecilla como de ciervo degollado salió a modo de hilo de voz por la rendija y una pestaña amarilla cautivó mi atención. ¿Carolain? Dije suspirando.

Ella sabía que yo era yo y yo no tuve duda de que ella era ella misma. Nos fugamos en un carrito de helados color fucsia y recorrimos el país a lomos de un autobús de línea. El 32. Apenas teníamos dinero pero la gente es muy caritativa y los comedores sociales también. El País funcionaba. El sueño americano igualmente. Pero todo se volvió color de caca de niño chico estreñido cuando un francotirador acertó a Carolain en el muslo. CAROLAIN! QUÉ HACES! Le dije. Murió de gangrena en cuestión de segundos. Miré al cielo y empezó a llover. Estaba empapado con Carolain muerta en mis brazos y el francotirador riéndose a lo lejos, pero me dije que un accidente de este tipo no tenía por qué cortarme el rollo.

Disfracé a Carolain de payaso del MacDonals y la subí al tejado del rascacielos más lujoso de todo Brooklyn. Cantamos el himno de la estatua de la Libertad y nos tiramos en paracaídas. La adrenalina se nos subió a la coronilla y Carolain aún sin vida, sonrió. Lo que no te mata te hace más fuerte, decía Niestche. ¿Quién es Niesthe? Nunca lo sabremos. Pan tumaca.

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