martes, agosto 14, 2012

Ahogarse entre dunas de alquitrán.


Ahogarse entre dunas de alquitrán
siempre fue un acto de desarrollo fértil.
Pero yo sólo creo en Epicuro,
en la pantera.
y en las hormigas.

“No se donde vas, pero yo me voy contigo”,
me decías desde el fondo del vaso.

Fracasé mil veces,
y qué.
Tampoco sé si sería capaz
de diferenciar un triunfo
de un abrazo.
Me colé en la fiesta
del sírvase usted mismo
donde nadie nunca me invitó.
Organicé castillos de naipes
apostando párpados y pellejo.
Bailé sin saber moverme
con estatuas de gelatina,
te encontré en el rincón
de una pesadilla de Kubin
entre sobras de humanos desmembrados.
Las lascivas niñas de Schielle
me dijeron“ven”
y no quise hacerles caso.
La madame verde de Kitchner
me guiñó el ojo,
metiéndole el dedo comprobé
que tenía la cuenca seca.
Los amarillos dientes del proletariado de Gross
Intentaron ensuciar mi sombrero.

Supe entonces que todo lobo es estepario,
que las puertas cerradas no existen,
que hay que brindar por un mundo cada vez
más absurdo y aburrido,
que ni Freud podría explicar esta trasformación.

Opté por mirar
con mis cuatro años de edad
a través del silencio
de la ventana de Hopper.

Y la única verdad seguía resonando entre mis llaves
“Yo no se donde vas, pero yo me voy contigo”.

Sevilla, agosto 2012.

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