CONFESIONES II
Confieso que no me confieso
desde que tengo uso de razón
que siempre me aburrieron los balones
y que el papa me da pena.
Que la facultad casi acaba conmigo
por escuchar sus cantos de sirena
que ahora me suenan
a sospechosos gritos deseperados.
Confieso que en tardes de verano
al igual que Ángel González
también yo muerdo los acantilados
aunque suelo incluso masticarlos
y de vez en cuando, me los trago
junto a alguna pena
mar adentro.
Confieso creer que dios está
en ningún sitio,
y que los buitres vestidos de sótano
me parecen osos a una vedad pegados
ofreciendo cheques sin fondos
por cantidades ingentes de efectivo
y promesas de niños buenos
y santos benditos de madera.
Perdónenme que no me levante
en bautizos, bodas y comuniones
y que no conceda propinas
que van vía digital
a los buches de estos cuervos.
Confieso que Bukowski me resulta más santo
que cualquiera de esos cardenales,
que Panero os vio el truco
del reino que no es de este mundo,
y que la codicia y la sinrazón
os miran a la cara cada día.
Y si vuestra salvación está en vuestro cielo
no la compréis en grandes superficies,
píllense una oferta de vuelo
y cierren la puerta al salir
y pórtense divinamente
como dios les ha enseñado.
Confieso que no me confieso
desde que tengo uso de razón
que siempre me aburrieron los balones
y que el papa me da pena.
Que la facultad casi acaba conmigo
por escuchar sus cantos de sirena
que ahora me suenan
a sospechosos gritos deseperados.
Confieso que en tardes de verano
al igual que Ángel González
también yo muerdo los acantilados
aunque suelo incluso masticarlos
y de vez en cuando, me los trago
junto a alguna pena
mar adentro.
Confieso creer que dios está
en ningún sitio,
y que los buitres vestidos de sótano
me parecen osos a una vedad pegados
ofreciendo cheques sin fondos
por cantidades ingentes de efectivo
y promesas de niños buenos
y santos benditos de madera.
Perdónenme que no me levante
en bautizos, bodas y comuniones
y que no conceda propinas
que van vía digital
a los buches de estos cuervos.
Confieso que Bukowski me resulta más santo
que cualquiera de esos cardenales,
que Panero os vio el truco
del reino que no es de este mundo,
y que la codicia y la sinrazón
os miran a la cara cada día.
Y si vuestra salvación está en vuestro cielo
no la compréis en grandes superficies,
píllense una oferta de vuelo
y cierren la puerta al salir
y pórtense divinamente
como dios les ha enseñado.
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