Envenenado por estas historias familiares de Marjane Satrapi y atrapado por sus dibujos que rozan lo naïf, me vi buscando esta obra desesperadamente por las librerías de la ciudad. Después de leer Persépolis y Bordados, Pollo con ciruelas era imprescindible en mi vida. Quería comprobar, incrédulo de mi, que esta escritora-dibujante de historias, podía volver a sorprenderme con más de lo mismo. Y así fue. El libro no tiene desperdicio. La manera de empezar ya es original. ¿Qué pasaría si te contaran el final de la película en el primer minuto? Pues que sería todo un chasco, si no lo hace Marjane, claro. Es increíble como consigue mostrarnos el final de la historia en las primeras páginas y mantenernos atentos, con el alma encogida, hasta el final del libro. Esto sólo lo pueden hacer los artistas con talento. Aunque Marjane Satrapi no tiene una larga carrera como comiquera, y ha hecho de Irán (su país de origen), sus recuerdos familiares, y la política sus armas artísticas, esta autora está llegando a lo más alto dentro de su campo.
La historia de Pollo con ciruelas trata la agonía de los últimos días de un virtuoso músico del “tar”, instrumento de cuatro cuerdas que es toda su vida. En una discursión con su mujer, con la que mantiene un matrimonio desgraciado, lo rompe, y también se le rompe algo dentro al protagonista. Esta breve agonía nos lleva hacia una historia de amor contada a través de recuerdos y pequeñas cotidianidades que hacen que nos formulemos preguntas con difícil respuesta.
La historia de Pollo con ciruelas trata la agonía de los últimos días de un virtuoso músico del “tar”, instrumento de cuatro cuerdas que es toda su vida. En una discursión con su mujer, con la que mantiene un matrimonio desgraciado, lo rompe, y también se le rompe algo dentro al protagonista. Esta breve agonía nos lleva hacia una historia de amor contada a través de recuerdos y pequeñas cotidianidades que hacen que nos formulemos preguntas con difícil respuesta.
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