sábado, octubre 25, 2008
Mi vida es un gimnasio
Mi vida es un gimnasio
Que mi vida es un gimnasio
no me lo he inventado yo.
En la sala de máquinas
dispuestas matemáticamente en fila
a distancias exactamente milimetradas
nos montamos cronometrados
mil piezas de dominó
y comienza el civilizado pedaleo.
Subidos en el artilugio futurista,
simulamos avanzar entre suspiros de esfuerzo
sin movernos del lugar
de partida.
Subimos kilos con ambas manos
midiendo los segundos que nos quedan
para aumentar algunos gramos,
y mientras más energías gastamos
más conseguimos levantar nada,
eso sí, nos hinchamos por fuera
como si en la vida nos fuera
el acto inútil del esfuerzo,
pero en el fondo nos entretenemos
y ante el repentino aburrimiento
nos ponen pantallas en fila india
con películas y cotilleos
y de esta divertida forma
matamos nuestro valioso tiempo.
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