miércoles, julio 02, 2008

TODOS NOSOTROS, de Raymond Carver.


Carver permaneció sobrio los últimos diez años de su vida. Esto es lo que se dice de él. También se cuenta que el propio Carver afirmaba que no escribía nada bueno estando borracho… Cómo nos gustan los mitos pasados de rosca, no? Por una parte pienso que si no se comenten excesos en la vida, difícilmente tendremos algo interesante que contar. Pero, qué son excesos? Esa es la cuestión. Tampoco estoy alentando a que se pongan hasta el culo de drogas o a que nos bebamos hasta el agua de las macetas. Concibo el exceso como una manera de salir de los límites. Creo que hay que escaparse de las líneas rectas, meterse en las puertas donde nos dice el cartel NO PASAR o meter los pies en los charcos de vez en cuando sólo para ver qué pasa. Pero volvamos al poeta. Carver nació en Clatskanie, Oregon y creció en Yakima, Washington. Su padre trabajaba en un aserradero y era alcohólico. Su madre trabajaba como camarera y vendedora. Todo lo que Carver vivió de niño se ve de alguna u otra forma en su poesía. Los críticos asocian los escritos de Carver al minimalismo y le consideran el padre de la citada corriente del realismo sucio. También podrían meterlo en el saco del hiperrealismo, pero yo sólo veo verdad en los textos de Carver. Verdad y generosidad. Porque Carver nos regala momentos íntimos que sólo debería haber guardado él. Carver nos invita a sentarnos en la barra y nos muestra la vida, su vida, desde los ojos del que la ha olido de cerca. Este libro me ha encantado, creo que queda claro, y releo sus poemas una y otra vez.

Os dejo un trocito del poema EL AÑO QUE VIENE

Esa primera semana en Santa Bárbara no fue lo peor.
La segunda semana se cayó de cabeza
Por beber justo antes de una lectura.
En la esquina del bar, aquella misma semana, ella le quitó el teléfono
De las manos a la cantante y susurró
Su propia canción de desamor. Luego bailó. Y luego se cayó redonda
Sobre una mesa. Pero eso no fue lo peor, tampoco. Los metieron
En la cárcel esa misma semana. No conducía él,
Así que le ficharon, le dieron un pijama
Y le encerraron en Detox. Le dijeron que intentara dormir algo.
Le dijeron que podría ver a su mujer por la mañana…

2 comentarios:

Ana Pérez Cañamares dijo...

Este libro es ma-ra-vi-llo-so. Y me gusta que destaques la generosidad de Carver, yo también lo siento así.
Besote!

Antonio García Villarán dijo...

A mi me ha encantado. Con estas lecturas se da uno cuenta del camino tan largo que nos queda para poder hacer algo que merezca mínimamente la pena.
Un beso también para ti!!!