Esto no es una crítica literaria, ni tan siquiera aspira a ser un comentario sobre si éste libro es así o es asao. Americana cayó en mis manos de las manos del propio Escuín, en EDITA. Gran tipo el Nacho. Ya sabía de él por David González y por enlaces de enlaces que, de vez en cuando me llevaban hacia su nombre. No parece ni que naciera en el 81 ni que fuese Licenciado en Filología Hispánica. Nacho Escuín escribe con la sabiduría de un viejo lobo y la frescura del que lo ha aprendido todo entre farolas y adoquines.
Otra cosa que me gustó mucho de este poeta es su labor como editor. Dirige la editorial Eclipsados, y todo el mundo sabe que hay que tener mucho arrojo para llevar una editorial. Y más si es de poesía. Es todo un suicidio.
Nacho es un suicida, no cabe duda.
Americana (de Ed. Leteo, Colección Azul de metileno) me ha hecho viajar de un salto hacia los suburbios de New York, ciudad que de momento, no tengo la más mínima intención de pisar. Pero este poeta me ha paseado por sus avenidas viéndolo todo como un escenario decadente pero cercano. Times Square, Britney Spearse, el Soho y tantas otras imágenes que no he visto nunca en directo se me han aparecido desde tan cerca que he creído poder respirarlas. Este libro de Yacartas, Cubalibres y Querétaros es justo lo que necesitaba para empezar una nueva etapa. Lo he leído casi con pena de que se me consumiese tan rápido. Tampoco está nada mal dejarnos a veces con las ganas.
Yo os dejo con uno de sus poemas:
Hay varias cosas difíciles de entender
tan pronto estás arriba como abajo
te quieren o te odian
y pasar desapercibido sólo es posible
para algunos.
Para entenderlo hay que saber qué suelo se pisa
y cuál es el lugar indicado para ello.
Los que vienen detrás
saben que nada es eterno y luchan
por pisar donde yo piso.
Yo os regalo mi baldosa,
tomadla.
Y tened cuidado, es una trampa:
después de ésta querréis otra.
Por desgracia para mantenerse en pie
existen dos opciones:
irse muy lejos
o morder para sostenerse.
1 comentario:
si te gustó el poema, cógelo, tuyo es, mío no...
un abrazo, cangrejete
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