sábado, abril 12, 2008

CUÁNTO DURA CUANTO, de María Eloy-García editado por El Gaviero.



Conocí a María Eloy-García hace unos meses en uno de los bares de la ciudad. Estaba en cartel dentro del Recital Chilango Andaluz que se celebró en Sevilla en el mes de Octubre del 2007. Se subió al escenario botellín en mano y con su pose de estar de vuelta de todo y "mira, me tomo la cerveza, recito y punto". Hizo un recital magnífico, y ya no pude quitarme de la cabeza la idea de traerla a Las Noches del Cangrejo. Poco después acompañó en Platea a Carmen Camacho en un recital que duró una hora más de la cuenta, y no fue por haber empezado tarde, no, el público le pedía otro y otro poema a voz en grito, como si estuviesen en un macro-concierto y ellas fueran las estrellas de moda. Unos meses después la invitamos a Las Noches del Cangrejo en solitario y volvió a repetirse el fenómeno fan de la vez anterior. Esta malagueña que lleva ya algunos títulos publicados, amén de haber estado incluida en algunas antologías como la de Feroces de DVD, está trayendo poco a poco su poesía de nuevo a Sevilla en forma de ave fénix y promete seguir armándola.
Es extraño pasarlo tan bien en un recital, pero a los hechos me remito. La noche de su recital acabó montándose a mis espaldas, intenté pedirle la mano pero ella me dijo que seguía enamorada de Muriel y fue entonces cuando no tuvimos más remedio que tomarnos la penúltima.
En fin, que es una grande de la poesía, y este, su último libro, uno de los que más me han gustado de los que llevo leídos en este año.
Y de propina uno de sus poemas:

LA CAJERA MURIEL

estoy pensando en la cajera sedente
ella es lo verdadero de la sincronía del mundo
con su rayo láser ávido de códigos
me murmura complacida las ofertas
y cómo suma los dígitos arrastrando
entre lo dócil y el hastío
el tesoro precioso de mi dulce integral
a través de la máquina que le computa
el precio exacto de toda mi tarde
dice tres
y nunca nunca fue este número más mágico
la cajera extraordinaria teclea el sumatorio
de la monotonía y dice tres
y mira entonces justo antes de que se produzca
el cotidiano milagro de que mi dulce integral
sea mío para siempre
de repente ella mira otra tarde
sale de lo mío a lo del otro
le susurra las mismas ofertas
le marca el tetrabrik con el ojo de su láser
abriendo en fin el cajón místico del hiper
con un movimiento suyo de mercado
los billetes ordenados repiten la cara de ella sin gestos
y me voy por esas puertas
que se abren sólo con el aura
dejándola mientras su láser que suena
va marcando otra tarde

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